miércoles, 9 de marzo de 2011

Madre mía


Un día me diste la vida, un tiempo atrás casi me la has quitado. Con tus manos blancas me vestías y querías, ahora que más necesito de ti no me dejes madre mía.
Los años han pasado, recuerdos bellos, momentos tristes, todo a tu lado. No neguemos quienes somos, no dejemos que la maldad anide y destroze nuestra unión, ni tontas ni orgullosas, la vida es demasiado bella para perderla con cabezonerías.
Me has ayudado tantas veces, otras me has hundido, cada vez que miro atrás tan solo quedan recuerdos, los buenos, los que mi mente quiere guardar, porque a una madre nunca se la puede odiar.
Ahora estamos lejos, sin embargo tan cerca, lástima de tanto camino pedregoso que nos aleja, pena que no me cojas de nuevo de tu mano, para cruzar la calle, ahora tengo miedo y la necesito.
Esta ciudad que me encierra, estas calles que me atan, esta vida que me aterra, madre! no te vayas.
Necesito que me guíes, unos buenos consejos, tener una sonrisa tuya, un beso, una caricia, esos mismos que me dabas de niña, las regañinas...
Tan rebelde yo, tan paciente tú, ahora después de tantos años, de tantos pasos, de tanto daño, ahora madre me doy cuenta de que nada como tú, nadie como nosotras, la usencia de tu mirada me daña.
Mirarte y ver tu cara, tu pelo ya canoso, saber que la vida llega al final, que llegará ese día, no madre mía, no te vayas nunca, como saber como levantarme, quien me advertirá de lo que me espera, quien me indicará que hacer, que tomar...
No quiero que te vayas nunca, no madre, tu no, yo iré en tu lugar.


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