Aquel día pensé que se acaba el mundo, que la tierra no paraba de girar y con ella yo mareada, no podía pensar con claridad, no vi que tú ya estabas en mí...
Como no darme cuenta que tú sonríes ahora, al principio siempre tu cara seria, tu mirada intensa pero vacía, sí sabías decirme cosas lindas, pero inmóvil.
He notado tu cambio, como tú has notado el mío, tú sabes a que me refiero cuando niego decir lo que siento, cuando te digo que he estado a punto pero no me atrevo...
Demasiado en poco y todo en nada, un reflejo de vida, un nudo en mi camino, un bache ya pasado, un olvido que no quiero recordar, un ahora que no quiero que se vaya ya nunca, una verdad, se que te irás.
De ahí que sea tan cuidadosa al hablarte, con tanto mimo al decirte, con mis labios sellados incluso si gritan tu nombre o si quieren decir la palabra felicidad. Esos mis sentimientos guardados, la llave de mi amor, el verbo que me hace daño, tus manos que me dan la verdad, me enseñan quien soy de veras, recorren mi ser desde el otro lado del mar, ahora quiero que tú lo sepas, te escribo porque es lo que me sale del alma, no hace falta que tú me lo pidas, estaré aquí, en mi casa, esperando abrir la ventana que nos une, una y otra vez, hasta que un día al mirar no vea nada, solo silencio, solo en esa ventana esté la brisa que entra hasta mi cama, no pueda verte ni mirarte desde ella, pero si tendré tus recuerdos...
Tú siempre estarás, porque has sido un soplo de vida, una rosa en un jardín muerto ya, el adjetivo que buscaba y no veía, el niño que corre tras su cometa perdido, hasta hacerla volar.
Tú me has puesto de nuevo alas, ahora no temo a las alturas, ya puedo subir alto, no volver a bajar, tan solo si tú estás aún esperando, porqué contigo ya nada me puede dañar.